JUAN MAGRANER
Juan Magraner Iglesias nació en La Habana el 8 de Mayo de 1909.Hijo de una familia humilde comenzó a trabajar desde muy joven, primero en restaurantes y más tarde como chofer.Como muchos de su generación vivió todo el proceso de consolidación de Cuba como nación independiente con tremendo escepticismo ante la sucesión de gobernantes sumisos a las exigencias de Estados Unidos y más tarde la dictadura impuesta desde las urnas por Gerardo Machado.Magraner comenzó a tomar conciencia política y se acercó a distintas organizaciones de izquierda, participando en diversas movilizaciones juveniles que en esa época rompían con fuerza en las calles de Cuba.La falta de oportunidades en lo laboral y el ansia por recorre mundo lo hicieron emigrar a los Estados Unidos justo antes de la caída de Machado, estableciéndose en New York,donde trabajó en diversos oficios.Tenía apenas veinticinco años y muchos proyectos por delante pero en New York tomó rápidamente contacto con otros compañeros del exilio cubano con los que coincidió en la necesidad de fortalecer las organizaciones que aspiraban a un cambio de rumbo en la isla.Rodolfo de Armas, Policarpo Candón,Pablo de la Torriente o Leonardo Fernández fueron algunos de sus íntimos amigos con los que coincidía habitualmente en el Club Mella de New York.También entabló relación con muchos militantes del Partido Comunista de Estados Unidos en el que decidió afiliarse a la vez que era elegido miembro de la dirección política del Club Mella, todo un honor para un cubano de izquierdas.Cuando se inició la guerra en España, estaba plenamente identificado con el antiimperialismo y aspiraba a organizar acciones armadas en Cuba,sin embargo, como otros muchos sintió la necesidad de sumarse a la lucha contra el fascismo y tras el famoso mitin de Unión Square en Agosto de 1936,al igual que Pablo de la Torriente decidió combatir en España.
Como militante del Partido Comunista norteamericano, se ofreció voluntario para engrosar el grupo que estos estaban organizando con ciudadanos de Estados Unidos y exiliados latinoamericanos que residían en aquel país, de modo que inicialmente tendría que formar parte del primer grupo que partió de New York el 3 de Enero de 1937,precisamente el grupo liderado por Rodolfo de Armas que integraba a un centenar de cubanos que habían formado la "Centuria Guiteras" encuadrada en la "Brigada Lincoln",sin embargo,Magraner llevaba meses soportando una hernia que había quebrantado seriamente su salud, de modo que no logró el visto bueno de la comisión médica y vio partir a sus compañeros con tremenda impotencia; años más tarde relataría lo duro que fue para él ver a gentes como Rodolfo de Armas y los demás a bordo del vapor París mientras que el quedaba descartado para la lucha.No obstante, no cesó en la idea de combatir en España, ingresó en una clínica y se operó la hernia soportando dos largos meses de convalecencia en los que solo pensaba en la suerte de sus compañeros en España.Para entonces Rodolfo de Armas y otros muchos de los integrantes de la primera oleada de la "Lincoln" ya habían muerto en combate en la durísima batalla de "El Jarama".Una vez más se presentó a la comisión médica que en esta ocasión sí le dio el visto bueno aún reconociendo que no estaba plenamente recuperado.Juan Magraner formó parte de un grupo de combatientes, en total treinta y nueve, que embarcaron en New York en marzo de 1937 alcanzando las costas francesas a finales de ese mismo mes.Como en otras ocasiones, fueron los compañeros del PCF los encargados de recibirlos o organizar su tránsito camino de España.Juan Magraner fue alojado unos días en hotelito discreto de París y posteriormente encuadrado en un grupo pequeño de voluntarios en el que él era el único cubano.Se trataba de llegar hasta la frontera pirenaica sorteando todos los obstáculos que las autoridades francesas pudiera interponer en el camino de los voluntarios de modo que el operativo dispuesto por los compañeros franceses pasaba por organizar grupos pequeños a los que hacía viajar por etapas, escondiéndolos en pueblos relativamente cercanos a la frontera española donde quedaban al cuidado de militantes de la izquierda francesa y en ocasiones de simpatizantes de la República española pero sin más significación política.El grupo de Magraner estaba formado en total por 110 combatientes, pero no se encontraron hasta el día convenido en el paso de frontera, mientras tanto pasaron algunas jornadas cada grupito en un pueblo.A Magraner le tocó estar en Alés,una pequeña localidad cuyo alcalde era un comunista con acta de diputado en la Asamblea Nacional francesa con el que trabó una fugaz pero sincera amistad.Por fin llegó el día de la partida, una circunstancia que apenas conocieron unas horas antes.Los grupos se iban encontrando a escasos kilómetros de la frontera, donde fueron recogidos por dos guías franceses que los condujeron hasta un abrupto paso de frontera.La columna fomada por aquellos 110 hombres, integrada por estadounidenses,canadienses,polacos,alemanes y otras nacionalidades, recibió las últimas instrucciones y en se puso en marcha en silencio absoluto y un ritmo de avance que solo se detenía durante diez minutos cada hora, tiempo necesario para tomar aliento y seguir por aquellas escarpadas gargantas, pasos fronterizos que en aquellos meses se tornaban en trampas mortales si aparecían los soldados franceses que en muchos casos estaban comandados por oficiales de ideología pro nazi que se ensañaron con los voluntarios que cruzaban camino de España.Magraner lo pasó muy mal y su hernia a punto estuvo de darle un susto en mitad de la ascensión, pero resistió aquellas veinte horas hasta que por fin llegaron a una zona abierta ya en suelo español,en la que los esperaban unos camiones en los que viajaron hasta el pueblo de Figueras ya bajo mando de un oficial español.
Cuando llegaron al Castillo de Figueras,lugar de recepción de los voluntarios que atravesaban la frontera,Magraner estaba desecho,de modo que se le permitió estar durante unos días reponiéndose de su agotamiento y con ayuda de una faja comenzó a incorporarse a la actividad en apenas una semana.Juan Magraner hablaba el inglés con corrección,algo que no pasó inadvertido para los responsables del Castillo de Figueras que vieron en el un buen elemento para trabajar en la recepción de combatientes.Durante el tiempo que se mantuvo la llegada de combatientes, en Figueras se mezclaron individuos que se expresaban en no menos de treinta idiomas distintos, lo que da una idea de la complejidad de aquella tarea.Magraner permaneció en Figueras aproximadamente un año, asta la primavera de 1939.Durante ese tiempo realizó diversas tareas, siempre vinculadas con la recepción de voluntarios, víveres y fundamentalmente armamento que llegaba vía Francia.A los combatientes se les recogía en el lado español de la frontera y se les conducía hasta Figueras;en el caso de las armas las cosas eran más complejas.Con frecuencia recibían permiso para cruzar hasta el lado francés de la frontera por Les Perthus y allí simulaban trasladar gasolina aunque en realidad en los depósitos de sus camiones transportaban ametralladoras y morteros que desarmaban en pequeñas piezas para posteriormente ser montados en España.En otras ocasiones esas armas les llegaban por la costa, recibiendo los envíos en pequeñas embarcaciones que cruzaban hasta la playa de Llansa,ya en el lado español de la costa mediterránea, pero con grandes precauciones porque cualquier movimiento que fueses observado desde el lado francés implicaba que la operación se abortase y que esas armas quedasen decomisadas.
En la primavera de 1938,tras un año en el que Magraner había recibido a miles de combatientes de todo el mundo a su llegada a España, comenzó la gran movilización para reforzar el Ejercito Popular en una iniciativa de la que dependería el futuro de la guerra; el cruce del río Ebro.Magraner cambió su trabajo en Figueras por un destino como sargento en una compañía antitanques de la 124 Brigada Mixta.Pasó por diversos frentes de la batalla de el Ebro y como el resto de voluntarios internacionales sufrió una terrible decepción cuando recibió la noticia de la retirada de las Brigadas Internacionales de suelo español.Magraner siguió combatiendo hasta el final de la guerra a la desesperada,en una retirada cada vez menos organizada que a su llegada a tierras catalanas tomó tintes de desbandada.Ya en Barcelona recibió instrucciones de dirigirse a Ripoll donde Jorge Agostini intentaba organizar la evacuación de los combatientes hacia Francia.Llegó a Ripoll justo cuando esta localidad estaba siendo embolsada por las tropas enemigas y con las fuerzas muy limitadas logró alcanzar la frontera franco española en Por Bou donde pasó horas inciertas bajo el túnel que divide ambos países estas alturas Magraner que había combatido casi toda la guerra apenas sin compañía de cubanos, se encontraba rodeado de compatriotas que al igual que el trataban de salir de España con el enemigo pisándole los talones.Junto a él cruzaron entre otros el músico Julio Cuevas y el "Catcher" del equipo de Marianao Basilio Cueira.Era 9 de Febrero y apenas quedaban horas para que el ejercito franquista controlase todos los pasos fronterizos.Magraner llegó en condiciones penosas muy afectado por una afección respiratoria por la que sentía asfixiarse por momentos, pero no se detuvo.Al otro lado de la fronteras les esperaba la Guardia Colonial Senegalesa que de inmediato les retiró las armas y tras un minucioso registro los formó en una interminable fila e inició una incierta marcha.A esas horas aún no sabían que les esperaba un auténtico infierno, pero primero debieron caminar del orden de cuarenta kilómetros en los que no les fue suministrada ni agua ni alimentos y sí muchos
culatazos.Afortunadamente fueron muchas las muestras de solidaridad espontánea que encontraron a su paso.Magraner recordaría una y otra vez a aquellas personas humildes que se acercaban a ellos para darles agua, trozos de pan, fruta o cualquier cosa que pudiera ayudarlos a resistir aquel duro castigo.Eran no menos de 5.000 combatientes los que formaban aquel grupo,de los que algunos no resistieron el duro castigo y debieron ser arrastrados por sus compañeros para no quedar tirados sobre la carretera.A las 8 de la noche del 9 de Enero de 1939 llegaron a la playa de Argeles-Sur-Mer,un lugar que presuponían estaba previsto solo para su columna, sin embargo cuando alcanzaron a ver la playa y divisaron la multitud quedaron totalmente desconcertados.Juan Magraner apenas tuvo fuerzas para dejarse caer en la fría arena de aquella playa en la que no había de nada y eran tratados con crueldad.Junto al resto de voluntarios internacionales fue conducido al sector número diez del campo donde los cubanos crearon una mínima organización en mitad de aquel caos.Magraner pensó en la fuga desde el momento mismo de la llegada pues sabiéndose muy enfermo tenía la certeza de no resistir aquel castigo, de modo que dedicó todas sus energías en estudiar las posibilidades de huida.
Escapar de la playa de Argeles era bastante complicado ya que se encontraban rodeados de una doble alambrada que estaba custodiada por tiradores senegaleses que con la bayoneta calada se apostaban en torno el perímetro con un soldado cada cuarenta metros,
fuera del campo había soldados a caballo y en el interior también había una vigilancia considerable.Magraner apenas tenía idea del lugar de Francia que el que se encontraban y su idea era escapar del campo y dirigirse a París por cualquier medio posible, sin embargo con una salud muy frágil y un control tan cerrado, escapar era un riesgo tremendo ya que si era sorprendido debería soportar unas condiciones de aislamiento que dudosamente podría superar.
Había pasado ya algunas semanas en el campo y los cubanos seguían organizando la vida en cautiverio, construyendo chabolas improvisadas en la arena,programando actividades para matar la rutina y haciendo trueques con sus captores para sobrevivir.Los cubanos acostumbraban a pasar el tiempo cantando y haciendo ritmos con latas,y uno de esos días en el que la improvisada sesión subió de tono, Juan Magraner vio la oportunidad de intentar la huida.Los cubanos tocaban y tocaban con un ritmo cada vez más contagioso hasta el punto de que algunos de los senegaleses que los custodiaban se sumaron a la fiesta y se relajó la vigilancia
.Fue en ese momento cuando Magraner aprovechó para deslizarse por debajo de las alambradas; eran
aproximadamente las once de la mañana.Otro prisionero italiano que observó la maniobra lo siguió, ambos se arrastraron entre las matas un centenar de metros hasta alcanzar un pequeño río que pasaba por el exterior del campo.Cuando llegaron al río comenzaron a seguir su curso sin detenerse hasta que consideraron que no habían sido sorprendidos en su huida y una hora más tarde se encontraron en campo abierto en una zona en la que trabajaban un grupo de labriegos que al ver el estado en el que se encontraban aquellos dos fugitivos les dieron comida y les indicaron como podían llegar hasta la ciudad de Perpignan eludiendo los caminos que estaban controlados por la policía y el ejercito francés.Continuaron su huida atravesando montañas hasta que encontraron a un joven español que también había huido y se había instalado en una cueva.Este encuentro les permitió rectificar su ruta y alcanzar Perpignan sin ser descubiertos.LLegaron a la ciudad sobre las ocho de la noche, llevaban nueve horas apenas sin detenerse, agotados y sin saber muy bien que hacer.
Lo primero que hicieron fue buscar una oficina que a esas alturas ya funcionaba en Perpignan para socorrer a los refugiados españoles.Nada más entrar,Magraner reconoció a la hija del que había sido su inmediato superior en el Castillo de Figueras a la que acompañaba otro conocido suyo que se había ocupado de trasladar algunos de los envíos de armas que les llegaban desde Francia.El encuentro fue desalentador para los huidos ya que estos conocidos afirmaron que no podían ayudarlos ya que existían grandes sanciones e incluso cárcel para quienes socorriesen a los fugitivos.Aquello terminó en una acalorada discusión, pero no había tiempo que perder,ya era noche cerrada en Perpignan,estaban hambrientos, sucios y eran una presa fácil para la policía francesa.Les indicaron que muy cerca había un comedor popular y hacia allí salieron rapidamente.Nada más llegar,Magraner fue abordado por un combatiente argentino de nombre Mario, que había compartido con él algunas jornadas en el frente como miembro de las Brigadas Internacionales.Mario también se encontraba huido y nada más verlo en compañía del italiano, se lo llevó a un lado y lo alertó sobre su compañero de fuga al que conocía y del que tenía la certeza de que trabajaba para la Gestapo.Magraner reaccionó con rapidez y dio toda clase de excusas al italiano para quitárselo de encima.
Del comedor popular salieron Magraner y Mario con la firme intención de llevar su fuga a buen término, pero lo cierto era que no tenían a donde ir, no conocían a nadie y lo que era aún peor, pasar la noche sin ser descubiertos era especialmente difícil en una ciudad como Perpignan que en esas fechas mantenía un férreo control policial.Tras dar unas cuantas vueltas por los arrabales de la ciudad decidieron subir a un camión estacionado con la intención de ganar tiempo sin ser descubiertos,pero apenas habían subido al vehículo se acercó un hombre que les dijo que no se preocupasen,que era el sereno de esa zona y que los ayudaría.Este desconocido les buscó un par de mantas y quedó en llamarlos en las primeras horas de la madrugada.Aunque pasaron unas horas inciertas dudando ante la posibilidad de que realmente el sereno quisiera denunciarlos, no fue así,y a las cinco de la madrugada se acercó de nuevo al camión para decirles que debían partir antes de ser descubiertos.
Los fugitivos salieron de nuevo a las calles de Perpignan con la idea clara de alejarse lo más posible de esta ciudad y buscar un lugar más seguro para continuar su aventura
.Como carecían de dinero, Mario que tenía una cadena y una pulsera decidió ir a una casa de empeño donde logró algunos francos.Lo siguiente fue comprar algunos alimentos; entraron en una lechería donde les sirvieron unos cafés con leche y unos bollos con mantequilla, todo un manjar para aquellos hombres,sin embargo estaban tremendamente desmejorados,barbudos y sucios.Se dirigieron a una barbería y pidieron ser afeitados y un corte de pelo.En eso estaban cuando a las puertas de la barbería se detuvo un automovil.Magraner que ya estaba siendo afeitado, sintió un terrible pánico pensando que se trataba de la policía que los había descubierto,pero una vez más tenía la suerte e su lado.Del vehículo descendió un hombre.Estaban a punto de salir corriendo de la barbería cuando aquel hombre lo llamó por su nombre pidiéndoles calma;se trataba del alcalde de Alés,el diputado comunista que había ayudado a Magraner a su llegada a Francia y que aparecía de nuevo como caído del cielo.Tras una larga conversación en la que los fugitivos le contaron su odisea, salieron de Perpignan a bordo del automóvil del alcalde.Magraner le dijo que su objetivo era alcanzar la localidad de Saint Laurent de Argouse Gard en donde residía un francés que había combatido con Magraner en las Brigadas Internacionales.Aún en Perpignan,el alcalde los trasladó hasta un discreto hotel a las afueras de la ciudad, propiedad de una conocida suya a la que pidió que los alimentase y vistiese y sobre todo que cuidase de que no fueran descubiertos.Llevaban algo más de veinticuatro horas de fuga, pero la intensidad de aquellos
acontecimientos les hacía sentir que habían pasado semanas.A medio día de la siguiente jornada, el alcalde de Alés se presentó de nuevo con su automóvil, al que subieron recorriendo unos doscientos kilómetros hasta que llegaron a la ciudad de Nimes y una vez allí telefoneó al alcalde de Saint Laurent de Argouse,otro compañero comunista al que le explicó la situación solicitando su ayuda a la que este se prestó.Finalmente los trasladó hasta el pueblo convenido y tras dejarlos bajo la protección de su alcalde se despidió de ambos.Una vez en Saint laurent de Argouse,Magraner intentó contactar con su viejo camarada pero este no estaba en el pueblo de modo que hubo que improvisar.Mario,el argentino partió para Marsella por decisión propia y a Magraner,el alcalde le buscó acomodo en una finca alejada del pueblo que era propiedad de un anciano español que había pasado media vida en Cuba .Magraner pasó aproximadamente dos meses en ese lugar en el que le dieron un excelente trato y pudo recuperar algunas de sus maltrechas fuerzas.Cada noche era visitado por el alcalde y otros comunistas que le ayudaron a contactar con su familia en Cuba;estos le hicieron llegar documentos y 100 pesos cubanos.Hay que tener en cuenta que Magraner como el resto de combatientes que habían llegado a Francia a través de las Brigadas Internacionales
,perdió su documentación cuando a la llegada les fue requerida por los responsables de las Brigadas.Con los nuevos documentos logró que el Consulado cubano le expidiese un pasaporte que le permitiría retornar a Cuba.Un domingo por la mañana su amigo el alcalde lo acompañó a la estación,le entregó un billete para París y lo despidió con emoción.Magraner viajó durante veinte horas cruzado el país de sur a norte hasta que por fin llegó a la capital francesa.En la estación le esperaban algunos miembros del PCF que lo trasladaron hasta unas dependencias del partido y desde allí tomó contacto con viejos conocidos suyos de la Brigada Lincoln quienes lo socorrieron en lo más básico.Le ofrecieron subir a un barco que debía zarpar con destino New York,pero Magraner estaba decidió a volver a Cuba de modo que localizó a Félix Pita Rodríguez que seguía en París coordinando ahora el retorno de los combatientes a Cuba.En París apenas pasó unos días ya que el 13 de mayo de 1939 embarcó en el puerto de Le Havre en el vapor Orduña, el mismo que había traído a docenas de compatriotas a Francia muchos de los cuales ya no volverían.Tras dos semanas de travesía arribó al puerto de La Habana el 27 de mayo.Llegó a La Habana en una de las expediciones organizadas desde Cuba por el Comité de Repatriación para la vuelta de los combatientes de modo que el puerto era una fiesta para recibir a aquellos jóvenes que habían pasado por el infierno de España y después el purgatorio francés.Magraner ingresó inmediatamente en un hospital con una grave afección pulmonar pero salvó la vida.Hubo de pasar convalecencia hasta el mes de enero de 1940.Juan Magraner vivió el resto de su vida en Cuba en donde murió a finales de los años ochenta.
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